La pugna entre el Papa obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla acabó en 1054 en el altar de Santa Sofía, con la bula que excomulgaba al Patriarca y abría un daño irreparable, que los Templarios, entre otros, sufrieron en sus propias carnes. Estos quisieron en el Concilio de Lión, en 1272, trabajar por la unión de las Iglesias y se opusieron a una nueva cruzada mientras ésta no se produjera.
San Buenaventura por parte de la Iglesia Católica y Juan Bekkos en representación de la Ortodoxa, llegaron a un acuerdo sobre las principales cuestiones en litigio. Pero este acuerdo fue efímero, ya que el bajo clero de oriente y el pueblo griego no lo aceptaron nunca.
Va a hacer 50 años que se reunieron dos gigantes de la Iglesia cristiana de Oriente y Occidente: el patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, y el hoy beato Pablo VI, comenzando la vía del ecumenismo. Todo el mundo tenía grandes miedos y recelos de las eventuales disputas teológicas que podían mediatizar este encuentro prometedor y de las consecuencias que pudieran tener en la cristiandad. Y a propósito de esas disputas, cuentan una anécdota, validada por Eliana Versace en Notiziario y por Sandro Magister en Settimo cielo a quien la confirma el Papa Bergoglio. La anécdota muestra el camino que quisieron recorrer esos dos grandes hombres. El Patriarca le dijo al Papa: “¡Nosotros hacemos la unidad entre nosotros, y a todos los teólogos les metemos en una isla para que piensen!”.