Con el Papa Francisco en pleno viaje por América del Sur, comienza la semana de oración por los cristianos, que culmina el día 25 en la fiesta de la conversión de San Pablo, celebrada tanto por la Iglesia de Oriente como por la de Occidente. La pugna entre el Papa obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla acabó en 1054 en el altar de Santa Sofía, con la bula que excomulgaba al Patriarca y abría un daño irreparable, que los Templarios, entre otros, sufrieron en sus propias carnes. Estos quisieron en el Concilio de Lión, en 1272, trabajar por la unión de las Iglesias y se opusieron a una nueva cruzada mientras ésta no se produjera.
San Buenaventura por parte de la Iglesia Católica y Juan Bekkos en representación de la Ortodoxa, llegaron a un acuerdo sobre las principales cuestiones en litigio. Pero este acuerdo fue efímero, ya que el bajo clero de oriente y el pueblo griego no lo aceptaron nunca.
Va a hacer 50 años que se reunieron dos gigantes de la Iglesia cristiana de Oriente y Occidente: el patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, y el hoy beato Pablo VI, comenzando la vía del ecumenismo. Todo el mundo tenía grandes miedos y recelos de las eventuales disputas teológicas que podían mediatizar este encuentro prometedor y de las consecuencias que pudieran tener en la cristiandad. Y a propósito de esas disputas, cuentan una anécdota, validada por Eliana Versace en “Notiziario” y por Sandro Magister en “Settimo cielo” a quien la confirma el Papa Bergoglio. La anécdota muestra el camino que quisieron recorrer esos dos grandes hombres. El Patriarca le dijo al Papa: “¡Nosotros hacemos la unidad entre nosotros, y a todos los teólogos les metemos en una isla para que piensen!”
La Orden del Temple a nivel mundial trabaja por el ecumenismo y lo vive sincera y cristianamente.