Queremos manifestar al pueblo aragonés en general y especialmente a cuantos se sienten ofendidos por la vulgaridad, zafiedad y bajeza de lo que debió ser un pregón festivo integrador, toda nuestra estima y solidaridad en estos desafortunados momentos, en los que hechos como los aludidos ponen de manifiesto la vulgaridad indescriptible que alcanza nuestra sociedad en muchos aspectos.
El respeto a la libertad de expresión no puede estar por encima del respeto a la libertad de conciencia y al sentir de una gran parte del pueblo, que sin embargo es capaz de respetar a quienes le ofenden. Lo que no significa aceptar y tolerar que se produzcan acontecimientos similares.
Nuestra Señora, y especialmente bajo la advocación del Pilar, es una parte importante de nuestro ser individual y también de nuestro ser colectivo como pueblo y nación.