Día 7 Nuestra Sra. Del Rosario. Día 11 Juan XXIII
Se cuenta que la Virgen María se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en
una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos. Le
enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció
diferentes promesas referentes al rosario. Le explicó cómo rezarlo. Arrodíllense ante la
cruz poderosa de mi divino hijo, recen el rosario y después de cada Ave María digan lo
siguiente: "Oh Dios, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva
al cielo a las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. Virgen
María protégenos. Te amamos.
El rezo del rosario es una práctica que como Caballeros Templarios, devotos de
nuestra Madre, debemos practicar de forma asidua, por indicación suya.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Primero: El Hombre es “capaz” de Dios
3. ¿Cómo se puede conocer a Dios con la sola luz de la razón? (31-36,46-47)
A partir de la Creación, esto es, del mundo y de la persona humana, el hombre, con la
sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como
sumo bien, verdad y belleza infinita.
4. ¿Basta la sola luz de la razón para conocer el misterio de Dios? (37-38)
Para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas
dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino.
Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su Revelación, no sólo acerca de las verdades
que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y
morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser
conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error.
5. ¿Cómo se puede hablar de Dios?
Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del
hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita
perfección de Dios. Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro
lenguaje de todo lo que tiene de fantasioso e imperfecto, sabiendo bien que nunca
podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios.
Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: "Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir. De nuevo envió a otros servidores, con orden de decir a los invitados: "He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda". Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: "El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren". Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vió un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: "Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas?" El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: "Átenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos".
El banquete de boda es lugar de alegría, fraternidad, comunión, amor, y por lo tanto es la representación del Reino de Dios desde el Antiguo Testamento. Representa la esencia de lo que Dios nos tiene preparado.
Dios me hace varias llamadas con la finalidad de que pueda escucharlas de una manera u otra. Una, como invitado, creyente, practicante, que quizás no acabo de escuchar e indigna al Señor, y otra como gente del camino, como uno más, dado que esta invitación es tanto para buenos como para malos. De cualquier de las dos formas he sido invitado.
Cuando decimos ser Caballeros Templarios y llevamos por blasón la Cruz de Cristo, nos sentimos invitados al banquete del Reino, pero debemos hacernos la pregunta de si realmente acudimos a dicho banquete o ponemos excusas. También debemos preguntarnos si acudimos alegremente o a regañadientes, si llevamos el traje apropiado y si realmente invitamos a otros a dicho banquete.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: