Esta semana se hace un doble llamamiento a los Caballeros Templarios. El 2 de Febrero, fiesta de la Purificación de la Virgen o fiesta de la Candelaria. Hace ya algún tiempo, uno de nuestros hermanos escribió en una de nuestras ATO, lo que reproduzco, por ser muy ilustrativa. Era fiesta tan importante para el Temple que los Freires habían de ayunar todos los viernes desde la fiesta de Todos los Santos hasta Pascua, salvo en la fiesta de Navidad, de la Purificación de la Virgen o de San Matías Apóstol aunque estas cayeran en viernes. San Bernardo inculcó en el ADN de la Orden el amor a Nuestra Señora, Dama espiritual de los nobles caballeros. « Porque Nuestra Señora fue el principio de nuestra Orden y en ella y por su honor, si así lo quiere Dios, estarán el objetivo de nuestra vida y de la Orden.” (Regla del Temple, Retraits 306). Recordémoslo, hagámoslo nuestro y recordemos a nuestra madre festejando su día. Por otra parte el evangelio de esta semana, las bienaventuranzas, nos recuerda nueve formas de comportarse con Dios y con los demás. La primera y más importante, que abre la puerta al resto, es la pobreza y la última nos recuerda qué pasará a los que elijan este camino. Optar por la pobreza implica formar parte de un nuevo reino. Quien opta por ella entenderá y será capaz de consolar al prójimo maltratado, reparar la injusticia, proporcionará alimentos, trabajará por la paz, será solidario y comprensivo. Los poderes mundanos y el enriquecimiento ilícito, a cualquier precio, incluso con violencia, no aceptan que se les lleve la contraria y por eso es inevitable la persecución al justo, al indefenso, a quien se revela ante tal injusticia. Ahí debemos combatir. Nuestros primeros Hermanos Caballeros Templarios lo sabía bien, por ello se hacían llamar “Pobres Caballeros de Cristo” y se identificaban con ella, defendiendo al indefenso. Aprendamos, imitemos y honremos a nuestros antepasados.
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
Jesús hace un llamamiento a la humanidad. Pone en primer lugar a los pobres, los hambrientos, los que lloran, los perseguidos…. Vamos, en una palabra, a todos aquellos en los que no nos quisiéramos ver reflejados
Estamos ante una separación entre dos grupos. Una sociedad dividida entre unos y otros. Hasta hoy se mantiene la indiferencia y desprecio de los ricos hacia los pobres, crece el número de vulnerables, las diferencias son mayores. Da la impresión de que la sociedad está de espaldas a Dios
Padre, nos has transmitido en innumerables ocasiones tu predilección por los más pobres, pero la verdad nos cuesta entender tu mensaje. ¡Con lo fácil que resulta estar del lado de los ricos, de los que ríen, de los poderosos, de los reconocidos!.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: