Día 1 Festividad de Todos los Santos
Esta festividad nos debe hacer reflexionar y recordar que todos estamos llamados a la
santidad y por lo tanto todos podemos ser Santos. Ser Santo es querer seguir a Jesús,
actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. El evangelio de esta festividad
nos muestra el camino a la santidad con el sermón de la montaña y las
bienaventuranzas. Los Santos son nuestros guías y ejemplos que tenemos que seguir.
Ellos han sido fieles a las enseñanzas del Maestro y por eso son felices y dichosos,
son bienaventurados. Cuando alguien quiere algo en la vida, lo primero que debe de
hacer es proponérselo. ¿He querido y me he propuesto alguna vez seriamente llegar a
ser Santo, o eso lo he dejado para otros? ¿Me resulta atractivo? ¿Le he dedicado
unos minutos a pensarlo y reflexionarlo? ¿Tengo una hoja de ruta?….
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Transmisión de la Divina Revelación.
11. ¿Por qué y de qué modo se transmite la divina Revelación? (74)
Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»
(1 Tim 2, 4), es decir, de Jesucristo. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a
todos los hombres, según su propio mandato:
«Id y haced discípulos de todos los pueblos» (Mt 28, 19). Esto se lleva a cabo mediante la Tradición Apostólica.
12. ¿Qué es la Tradición Apostólica? (75-79, 83, 96, 98)
La Tradición Apostólica es la transmisión del mensaje de Cristo llevada a cabo, desde
los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, las instituciones, el
culto y los escritos inspirados. Los Apóstoles transmitieron a sus sucesores, los
obispos y, a través de éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo
lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo.
Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: “Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos los afligidos, porque serán consolados Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante. De igual modo persiguieron a los profetas que os precedieron”
Las bienaventuranzas son las actitudes de vida que debe tener un cristiano, un discípulo de Cristo. Cumplir la voluntad de Dios, ser misericordioso y abrazar la pobreza orientados a un fin mayor cual es la plenitud que sólo Dios nos puede dar.
Dios nos enseña el camino. Quienes han seguido este camino hoy en día son Santos. Conocieron el amor de Dios y lo esparcieron por el mundo, dándose a los demás, dedicando su vida a este fin, sin condiciones ni seguridades.
Padre, tú nos has elegido para ser tus representantes en la tierra, para implantar y extender tu reino. Nos has dado las claves del mismo, y como siempre todo bien resumido, sin grandes disertaciones. Nos has enseñado cómo ser felices, pero no queremos creérnoslo. Nos dejamos llevar por otros estilos de vida y nos hacen infelices.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: