ATO, 17 de junio de 2019
17 junio, 2019ATO, 1 de julio de 2019
1 julio, 2019
Asamblea Templaria de Oración
Del lunes 24 de Junio al domingo 30 de Junio de 2019
Anno Templi 901
Celebramos el día 24, la Festividad de San Juan Bautista, Patrón del Temple
Predecesor de Cristo, San Juan Bautista nació seis meses antes que Jesucristo.
La Iglesia celebra el nacimiento de San Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja. San Juan es la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así como el nacimiento del Señor se celebra cada 25 de diciembre, cercano al solsticio de invierno (el día más corto del año), el nacimiento de San Juan es el 24 de junio, alrededor del solsticio de verano (el día más largo). Así, después de Jesús los días van a más y después de Juan, los días van a menos hasta que vuelve “a nacer el sol”.
La Iglesia señaló estas fechas por el siglo IV con la finalidad de que se superpongan a dos fiestas importantes del calendario greco-romano: “día del sol” (25 de diciembre) y el “día de Diana” en el verano, cuya fiesta conmemoraba la fertilidad.
San Juan, es el Santo Patrón de La Orden del Temple, y nos dejó el llamado Evangelio Espiritual o Evangelio del Verbo en el que aparecen dos principios creados por Dios que luchan por el dominio de la humanidad; por una parte el Principio de la Luz, llamado también principio de la Verdad, y por otra el Angel de las Tinieblas llamado el espíritu de la perversión. Cristo es la Luz que vence a las tinieblas, y cada hombre tiene que elegir entre Luz y verdad o perversión y tinieblas.
El Temple en el Medievo realizaba la simbiosis perfecta entre la Iglesia de Juan con la de Pedro, inspirando a toda la cristiandad hacia la profundización en el plano espiritual y supuso el resurgimiento del “espíritu de Juan”.
San Juan supo recoger el anhelo de salvación que anidaba en el corazón del pueblo judío. Deberíamos preguntarnos hasta qué punto nos hacemos eco de las angustias y aspiraciones de nuestro entorno. De que lo que no hagamos no lo hará nadie.
TEXTOS DE LA SEMANA
Domingo XIII del Tiempo Ordinario
Lucas 9, 51-62
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”.
Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”.
Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Y dijo a otro: “Sígueme”. El respondió: “Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
LECTURA
¿Qué dice el texto?
Jesús inicia con sus discípulos un camino a Jerusalén. No es un camino geográfico sino catequético, en el que va enseñando a sus seguidores las actitudes de los discípulos. La elección de seguir a Jesús debe de ser libre, nunca impuesta. Por otra parte la respuesta ha de ser radical.
El primer seguidor se siente atraído antes de que le llame. Jesús le hace ver que eso es una aventura. No hay bienestar, seguridad, dinero, grandezas, poder. Seguir a Jesús es vivir de camino, sin instalarnos en el bienestar. Una iglesia menos poderosa y vulnerable nos ayuda a purificar nuestra fe, y confiar en Jesús. El segundo está dispuesto a seguirle voluntariamente pero tiene obligaciones. La primera obligación es seguir a Jesús. Abrir sus caminos es lo más urgente. El tercero quiere seguirle pero quiere despedirse. No es posible seguir a Jesús mirando atrás. No es posible abrir caminos quedándonos en el pasado. Es preciso confiar en el futuro.
MEDITACIÓN
¿Qué dice de mí y qué me dice este texto?
Debo revisar mi postura y comportamiento como seguidor de Jesús. No debo dejarme llevar por las formas, postureo, imagen social y costumbres del pasado, visión nostálgica de lo que ha sido la Iglesia, su grandeza, poder, influencia etc…
¿Me identifico con alguno de los tres seguidores? ¿Quiero seguir a Jesús desde la comodidad, bienestar, seguridad, dinero, poder, refugio de la religión o arriesgo y confío en Jesús como lo hicieron los Caballeros Templarios? ¿Antepongo mis obligaciones y dejo para mañana seguir a Jesús o atiendo raudo y veloz para ir abriendo sus caminos? ¿Sigo añorando el pasado, lo que la religión fue y no es, lamentándome de que las iglesias están vacías, de que nadie sigue a Jesús, o confío en Él en contagiar su mensaje, en sumar seguidores y en un futuro mejor? El Temple nunca añoró y se lamentó, sino que siempre luchaba por un futuro y unos ideales en los que creía firmemente.
ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios este texto?
Padre, me has elegido para que comparta camino contigo. Me has llamado a seguirte como Caballero Templario y estar junto a ti, allí donde me necesites, para anunciar tu mensaje y ser anunciador de tu vida y misión.
Padre, haz que en el silencio interior te escuche, te conozca mejor, encuentre mi camino junto a ti, y ayúdame a seguirte raudo y ligero, sin equipaje ni ataduras, al igual que mis hermanos, Caballeros Templarios, hicieron en el pasado.
CONTEMPLACIÓN
(Permaneced en mi amor, Jn 15,9)
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva
ACCIÓN
¿Qué compromiso me sugiere este texto? (Vete y haz tú lo mismo, Lc 10,30-37)
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
Dios Padre te necesita, cuenta contigo, te pide acciones concretas cada día para transformar la humanidad con su Palabra. Proponte cada día una acción concreta que vaya cambiando tu ser.
FORMULA ORACIONAL
de la ASAMBLEA TEMPLARIA DE ORACIÓN
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, porque nosotros ya hemos perdonado a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Versión en Latín:
Pater Noster, qui es in coelis, sanctificétur nomen tuum.
Adveniat Regnum tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimitímus debitóribus nostris.
Et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo.
Quia Tuum Regnum, et Potestas et Gloria, Pater, Filius et Spiritus Sanctus, nunc et semper et in saecula.
Amen
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente:
"Señor", (alargando la pronunciación al tiempo de la inspiración; al expirar, en profunda meditación decimos): " ten piedad "....
"Señor (inspiración), ten piedad (expiración), o bien: " " Señor Jesucristo (inspiración) ten piedad (expiración).