Día 14 San Juan de la Cruz. Día 18 Ntra. Sra. De la esperanza. Día 20 Sto. Domingo de Silos.
Antes de la llegada de Jesús, la sociedad religiosa se dividía en justos y pecadores.
Los roles estaban bien diferenciados. Quizás nosotros hoy en día volvemos a esos
tiempos y seguimos estableciendo quién es quién y dónde debe situarse cada uno.
La llegada de Jesús es escandalosa. Rompe todos los esquemas, desenmascara la
supuesta justicia y la hipocresía de sus dirigentes que dicen y no hacen. Por otra parte
desmonta los esquemas establecidos y se posiciona a favor de publicanos y
prostitutas, y esto, no porque apruebe su pecado, sino porque están mejor dispuestos
a acoger el evangelio y cambiar de vida, que aquellos que se sienten seguros con las
normas religiosas. Estamos esperando la llegada del Mesías. ¿Aceptaríamos su nuevo
esquema de roles? ¿En qué papel nos situaríamos? ¿Somos hoy los primeros o los
segundos?. Preparemos nuestros corazones para la llegada del Mesías, acojamos su
nuevo orden y actuemos en consecuencia.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Tercero: La respuesta del Hombre a Dios. Creemos.
30. ¿Por qué la fe es un acto personal y al mismo tiempo eclesial? (166-169) (181)
La fe es un acto personal en cuanto es respuesta libre del hombre a Dios que se
revela. Pero, al mismo tiempo, es un acto eclesial, que se manifiesta en la expresión
«creemos», porque, efectivamente, es la Iglesia quien cree, de tal modo que Ella, con
la gracia del Espíritu Santo, precede, engendra y alimenta la fe de cada uno: por esto
la Iglesia es Madre y Maestra.«Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre»(San Cipriano)
31. ¿Por qué son importantes las fórmulas de la fe? (170-171)
Las fórmulas de la fe son importantes porque nos permiten expresar, asimilar, celebrar
y compartir con los demás las verdades de la fe, utilizando un lenguaje común.
32. ¿En qué sentido la fe de la Iglesia es una sola? (172-175) (182)
La Iglesia, aunque formada por personas diversas por razón de lengua, cultura y ritos,
profesa con voz unánime la única fe, recibida de un solo Señor y transmitida por la
única Tradición Apostólica. Profesa un solo Dios –Padre, Hijo y Espíritu Santo– e
indica un solo camino de salvación. Por tanto, creemos, con un solo corazón y una
sola alma, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida y
es propuesto por la Iglesia para ser creído como divinamente revelado.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Y la dejó el ángel.
Este texto anuncia dos cosas. La primera la llegada del Mesías, la mayor intervención de Dios en la historia, para que Dios y el hombre se encuentren. La segunda la fidelidad de María.
Este texto me dice que seguramente no estoy atento a la llamada de Dios o estoy distraído con mis planes, mis proyectos, mi día a día. Seguramente estoy sordo a la llamada de Dios.
María es todo un ejemplo a seguir. Gracias a su sí desinteresado viniste al mundo y te conocimos. Ella renunció a todo por ti.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: