- Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén - CMI
ATO, 04 de Enero de 2021
Asamblea Templaria de Oración
Del lunes 4 de Enero al domingo 10 de Enero de 2021.
Anno Templi 903
Día 6 Epifanía del Señor.
El bautismo de Jesús y nuestro bautismo.
El bautismo supone el inicio de una nueva andadura, y esa nueva andadura comienza con la toma de una decisión. La decisión es un acto de la voluntad personal, y ésta es manifestación del espíritu. Todas las grandes obras comienzan con la toma de una decisión. La toma de esta decisión desencadena en nosotros una serie de fuerzas que nos ayudarán a superar las dificultades en la consecución de nuestra meta. Se trata de salir al encuentro de Cristo, vivir en Cristo. He recibido su llamada y voy a su encuentro, voy hacia Él. Esta es nuestra meta. Al tomar consciencia de esta decisión, se desatan en mí fuerzas superiores que me ayudarán a sacarme de la mediocridad y la monotonía de la vida corriente, para vivir en un plano superior, en un plano espiritual. Este primer paso del bautismo supone desnudarse, abandonar voluntariamente todo ropaje viejo para sumergirse en el agua que purifica y nos da fuerza. Debo abandonar ideas heredadas, viejos conceptos, conformismos mentales y cargas de mi vida como humano, prejuicios y supersticiones que por lo general son producto de la ignorancia y del pasado. No seamos prisioneros de todo ello. Debemos liberarnos del pasado, de sus cargas y culpas, y no aferrarnos a él. Dejémoslo fluir. Comencemos haciendo una limpieza interna profunda para comenzar a reconstruir nuestro ser. Cada mañana dejemos entrar la luz, el espíritu purificador y acojámoslo. No es un acto puntual, es una forma de ser y de vida. Al igual que Jesús, desde la humildad y sabiéndonos hijos de Dios, dejemos que el Espíritu Santo nos ilumine cada día, entre en nosotros y dirija nuestras vidas. Recordemos cada día nuestra meta. Nuestro fin es el encuentro con Cristo y éste está por encima de todo. Esa es la vida de un verdadero Caballero Templario.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Segunda sección: La profesión de la Fe cristiana – El Credo.
Capítulo Primero: Creo en Dios Padre. Los símbolos de la Fe.
33. ¿Qué son los símbolos de la fe? (185-188) (199.197) Los símbolos de la fe, también llamados «profesiones de fe» o «Credos», son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus orígenes, ha expresado sintéticamente la propia fe, y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo para todos los fieles.
34. ¿Cuáles son los símbolos de la fe más antiguos?189-191 Los símbolos de la fe más antiguos son los bautismales. Puesto que el Bautismo se administra «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19), las verdades de fe allí profesadas son articuladas según su referencia a las tres Personas de la Santísima Trinidad.
35. ¿Cuáles son los símbolos de la fe más importantes?193-195 Los símbolos de la fe más importantes son: el Símbolo de los Apóstoles, que es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, y el Símbolo nicenoconstantinopolitano, que es fruto de los dos primeros Concilios Ecuménicos de Nicea (325) y de Constantinopla (381), y que sigue siendo aún hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
TEXTOS DE LA SEMANA
El Bautismo del Señor
Marcos 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto."
LECTURA
¿Qué dice el texto?
Tres elementos nos muestran la obra del Señor. Las humildes palabras de Juan el Bautista, la presencia del Espíritu Santo y las amorosas palabras de Dios Padre. La humildad a lo largo de toda la vida de Jesús, el Espíritu Santo que siempre le acompañará, iluminará y dará fuerzas, y el amor infinito de Dios a todos los hombres.
Es la identidad de Jesucristo, a la vez Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el misterio de la Trinidad. Dios es Uno y Trino. No es un ser solitario, sino amor, solidaridad, familia.
MEDITACIÓN
¿Qué dice de mí y qué me dice este texto?
Como bautizado estoy llamado a seguir el mensaje de Cristo, a seguir su camino. Debo renovar mi compromiso bautismal.
Dios pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los enfermos y
poseídos por el diablo. A lo largo de este año debo proponerme intentar pasar
por él haciendo el bien y ayudando a los demás, para que cuando termine el año
pueda comprobar mi avance en el camino hacia Jesús.
ORACIÓN
Este año que comienza quiero volver a bautizarme, despojarme del pasado, limpiar mi interior, recibir tu Espíritu Santo, acoger tu luz cada día, imitar tus obras, y no olvidar en ningún momento que mi meta final eres Tú.
Padre, que en este año que comienza sea fuente viva de tu luz. Que el
Espíritu Santo me acompañe para amar a los demás, ayudar a los más
desfavorecidos, a ser justo en mi comportamiento y a contagiar tu luz y tu fuerza
al resto de hermanos. Ayúdame a fijarme objetivos concretos y a llevarlos a
cabo.
Te pido que como Orden del Temple nos alumbres con tu luz, y que el Espíritu
Santo nos de fuerzas para hacernos más fuertes, más comprometidos, estemos
presentes en nuestra sociedad y seamos luz y ejemplo o motivo de inspiración
para otros.
CONTEMPLACIÓN
(Permaneced en mi amor, Jn 15,9)
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
ACCIÓN
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
Dios Padre te necesita, cuenta contigo, te pide acciones concretas cada día para transformar la humanidad con su Palabra. Proponte cada día una acción concreta que vaya cambiando tu ser.
FORMULA ORACIONAL
de la ASAMBLEA TEMPLARIA DE ORACIÓN
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, porque nosotros ya hemos perdonado a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Versión en Latín:
Pater Noster, qui es in coelis, sanctificétur nomen tuum.
Adveniat Regnum tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimitímus debitóribus nostris.
Et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo.
Quia Tuum Regnum, et Potestas et Gloria, Pater, Filius et Spiritus Sanctus, nunc et semper et in saecula.
Amen
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente:
"Señor", (alargando la pronunciación al tiempo de la inspiración; al expirar, en profunda meditación decimos): " ten piedad "....
"Señor (inspiración), ten piedad (expiración), o bien: " " Señor Jesucristo (inspiración) ten piedad (expiración).
