Esta semana la iglesia recuerda a unos cuantos santos muy conocidos: Santa Teresita del Niño Jesús, Ángeles Custodios, Francisco de Boja, Francisco de Asís, personas como nosotros que llegaron a ser santos y que son referente para nosotros.
Como decía Santa Teresita, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad.
Nosotros, caballeros templarios perseguimos unos altos ideales en ocasiones no entendidos en esta nueva sociedad, lo que nos lleva a desanimarnos. Entonces en vez de desanimarnos debemos afirmar; el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, perseveremos. Deus lo vult.
Se acercaron a Jesús unos fariseos y, para tenderle una trampa, le preguntaron si está permitido al marido separase de su mujer.
Jesús les contestó: ¿Qué os mandó Moisés?
Ellos dijeron: dispuso que el marido levante acta de divorcio cuando vaya a separase de su mujer.
Jesús entonces les dijo: Moisés escribió esa disposición a causa de vuestra incapacidad para entender los planes de Dios, pero Dios, cuando creó al género humano, los hizo hombre y mujer. Por esta razón, dejará el hombre a sus padres se unirá a su mujer, y ambos llegarán a ser como una sola persona. De modo que ya no son dos personas sino una sola. Por tanto, lo que Dios ha unido no deben separarlo los humanos.
Cuando volvieron de nueva a casa, los discípulos preguntaron a Jesús qué había querido decir. Él les contestó. El que se separa de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si una mujer se separa de su marido y se casa con otro también comete adulterio.
Llevaron uno niños a Jesús para que los bendijese. Los discípulos reñían a quienes los llevaban pero Jesús, al verlo, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el Reino de Dios es para los que son como ellos. Os aseguro que quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él, Y estrechaba a los niños entre sus brazos y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.
Jesús dice que ante los ojos de Dios, el varón y la mujer son iguales y están destinados a establecer entre sí relaciones de respeto mutuo. Nuevamente Jesús rompe esquemas culturales, de ahí que a los fariseos y a sus discípulos les cueste entender.
Nuestra sociedad ha despertado “en teoría” a la igualdad después de siglos del mensaje de Cristo, y aun así seguimos asistiendo a maltratos de género, muertes, esclavitud, desigualdades etc... Por otra parte si bien entendemos que somos iguales hombre y mujer, que las relaciones matrimoniales se basan en el diálogo y el amor, ¿por qué cada vez más gente se separa?
Señor, tu llamada es dura y exigente, pero cada vez que me llamas a seguirte siento a la vez una mirada de cariño que hace que merezca la pena desprenderse de todo. Como Caballeros Templarios hemos jurado seguirte y frecuentemente se nos olvida.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: