Coincidiendo con la celebración litúrgica de Pentecostés, los Templarios de la
República Italiana celebraron su reunión anual en la Abadía Castillo de San
Vidor, que fue uno de los cuarteles desde el que la Orden del Temple envió a
sus Caballeros a las Cruzadas para la protección del Santo Sepulcro y de Tierra
Santa.
La gentileza de su propietario, el Conde Giulio da Sacco, permitió revisar las
actividades desarrolladas por el Gran Priorato en el ciclo
pasado y preparar el plan de actividad para el ciclo
siguiente en un espíritu especialmente emotivo e
inspirador para los Templarios presentes.
La actividad concluyó con una misa de Pentecostés,
celebrada por el Capellán General de la Orden del
Temple. Para la consagración del vino en el altar, el
Conde ofreció una botella de sus magníficas bodegas. Su
preciadísimo contenido era del año 1906. El templario
Danilo Riponti, miembro de la Academia de la Vid y el
Vino, atestiguó la perfecta conservación del contenido de la botella y su perfecta
valía para convertirse, en la consagración, en la sangre de Cristo.