El Papa Benedicto XVI escribía:
"Cada empresa tiene el derecho de promocionar su producto. Pero la Iglesia no es
una empresa. Sólo debe anunciar a Cristo. No debe atraer hacia sí, ni
engrandecer su rebaño, ni procurarse clientes, sino mostrar el rostro de Jesús. La
fe no es una mercancía, ni propiedad de un grupo en expansión. Nosotros no
poseemos nada. La Iglesia anuncia a Cristo, no busca consenso. No se puede
presentar como misión lo que no es otra cosa que burda propaganda sectaria o
parcial. El mensaje de Cristo debe ser anunciado incluso allí donde no gusta. La
Iglesia es Iglesia de mártires, no Iglesia que martiriza. Una Iglesia tolerante, que no
persigue a sus adversarios".
Por eso hay que prestar atención a los «pequeños grandes detalles» del relato evangélico
de hoy.
Jesús les ha citado en un monte. Así, ¿sin especificar? Bueno, es que en la
predicación del Reino, las Bienaventuranzas, fueron proclamadas en un «monte». Y en un
monte, se transfiguró Jesús y explicó a sus discípulos que el camino de la gloria pasa por
el sufrimiento y el rechazo. En un monte fue crucificado. El monte es el lugar de las
revelaciones.
También tiene su importancia «Galilea». Es un lugar cargado de significado. Es lo
que el Papa Francisco llama hoy «las periferias». Allí dio comienzo la historia de amistad
de Jesús con sus discípulos, y allí desarrolló su misión. Galilea, es el lugar de la gente
normal, que sufre y que vive, que busca y escucha la Palabra... Era llamada «tierra de
paganos», gentes de poca o ninguna fe. Lejos del Templo, de las leyes, de los distintos
grupos políticos y religiosos influyentes, lejos de Jerusalem y Judea... que fueron
precisamente quienes rechazaron y condenaron a Jesús. Hay que empezar y estar en
donde y con quienes Jesús estuvo y empezó.
• ¿La tarea? Id y hacer discípulos...bautizándolos. Es decir: compartir y contagiar la
experiencia que ellos han vivido con el Maestro. El discípulo se deja primero enseñar por el
Maestro... y luego hace discípulos. Sí: el discípulo de Jesús es aquel que «hace
discípulos», compañeros de vida y de misión. Lo subrayaba también otro Papa: Juan
Pablo II:
«El cristiano y la Iglesia o son misioneros o no son tales. Quien ama la propia fe se
preocupará también de testimoniarla, de llevarla a los otros y permitir a los otros de
participar en ella. La falta de celo misionero es carencia de celo por la fe. Al
contrario, la fe se robustece trasmitiéndola» .
Y también que ES URGENTE QUE LOS BAUTIZADOS TODOS PASEN A SER
DISCÍPULOS Y EVANGELIZADORES. Testigos de un Dios que quiere estar hoy en medio
de todas las Galileas donde los hombres sufran, necesiten palabras y gestos de
esperanza, donde haya cadenas que rompen, horizontes que abrir, fraternidades que
ofrecer...
Hermano Templario: El Cielo también es tu morada, seguiremos a Cristo en la Vida. Es
nuestro destino definitivo, donde esta Cristo estar también nosotros. ¿Cómo vives esta
dicha? ¿Cómo las transmites? ¿se nota en tu vida que eres ciudadano del cielo?
NNDNN
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: