Día 2 Fieles Difuntos. Dia 3 San Martín de Porres
Es el día para rezar por todos nuestros antepasados, todos nuestros seres queridos
fallecidos, y también por todos aquellos desconocidos que no tienen quien rece por
ellos. Seamos agradecidos a aquellos que dieron todo para que nosotros tengamos
hoy una vida mejor. Ellos esperaron vigilantes la llegada del Señor.
Estamos atravesando una difícil situación con esta pandemia, que nos hace más
conscientes del sentido de nuestra vida, de nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad,
del filo hilo que separa la vida de la muerte, y debemos aprender la lección de ser
humildes y pacientes y poner nuestras vidas en manos de Dios. Es un buen momento
para ser solidarios tanto en lo material y económico, como en lo espiritual y lo humano.
Estemos vigilantes, con las lámparas encendidas, no vaya a ser que llegue el Señor y
nos encuentre acobardados, temerosos, dormidos y no preparados para el banquete.
Por otra parte el fanatismo religioso, la supremacía y de la imposición vuelve a estar
en primera página de los periódicos con los ataques a los cristianos y a la cultura
europea. Las religiones, que se supone surgen para mejorar nuestras vidas, cuánto
daño han hecho a lo largo de los siglos. Predican la paz, el amor y la tolerancia y sin
embargo engendran, odio, enfrentamientos y esclavitud moral y espiritual. En
ocasiones parece que retrocedemos a tiempos vividos por nuestros hermanos
antepasados Caballeros Templarios. No nos dejemos llevar por el fanatismo, sino por
la paz y el amor derramado por nuestro Padre. La verdad os hará libres.
Catecismos de la Iglesia Católica. Primera parte: La profesión de la Fe.
Primera sección: Creo – creemos.
Capítulo Segundo: Dios viene al encuentro del hombre. La Revelación.
13. ¿De qué modo se realiza la Tradición Apostólica? (76)
La Tradición Apostólica se realiza de dos modos: con la transmisión viva de la Palabra
de Dios (también llamada simplemente Tradición) y con la Sagrada Escritura, que es el
mismo anuncio de la salvación puesto por escrito.
14. ¿Qué relación existe entre Tradición y Sagrada Escritura? (80-82, 97)
La Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas entre
sí. En efecto, ambas hacen presente y fecundo en la Iglesia el Misterio de Cristo, y
surgen de la misma fuente divina: constituyen un solo sagrado depósito de la fe, del
cual la Iglesia saca su propia certeza sobre todas las cosas reveladas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."
Jesús vuelve a hablarnos del reino de los cielos y de su llegada. Siempre lo asemeja a una fiesta. En este caso, las doncellas vigilantes disfrutarán de un banquete, donde la gente permanece contenta, alegre, compartiendo, disfrutando. En su día el Papa Francisco ya nos dijo que Dios no quiere cristianos con cara de vinagre.
El evangelio de esta semana me hace reflexionar sobre si soy un cristiano que salgo al encuentro de Jesús, si estoy en continua búsqueda, si permanezco alerta, si preparo y contribuyo todos los días a la creación del reino de Dios, o si por el contrario, me he dormido y cansado de esperar y voy dejando para más adelante y esperando que llegue ese día en el que me liberaré de compromisos y obligaciones y haré las cosas, me dedicaré a los demás, al reino de Dios. ¿Tengo mi agenda despejada?¿Estoy vigilante y activo o cansado y dormido?¿Doy prioridad a las actividades preparatorias de la llegada de Dios y la implantación de su reino, o me centro en mis compromisos humanos, laborales, consumistas, de vida social?
Padre, no sé cuándo llegará mi día, y siempre espero que sea dentro de mucho, pero es verdad que cuanto más lo alargo menos me preocupo. Debemos vivir la vida, y como dicen los niños del Hogar Nazaret, todos los días poder darte gracias y decir “hoy ha sido el mejor día de mi vida”.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: