Día 13 Ntra. Sra. De Fátima. Día 15 San Isidro Labrador Nos acordamos y felicitamos a nuestros Hermanos de la Encomienda de Madrid, en la festividad de San Isidro Labrador. Igualmente en nuestras oraciones diarias recordamos que estamos en el mes de mayo, mes de nuestra Madre la Virgen María. La progresiva vuelta a nuestras actividades tras un periodo de parón, nos deben hacer reflexionar, como Caballeros Templarios, sobre cómo comportarnos con todo y todos los que nos rodean. En primer lugar nuestro entornos, nuestra tierra. Debemos pensar que estamos de paso por ella, que no es nuestra, sino que Dios nos la ha prestado para disfrutar de la vida. Es por ello que debemos cuidarla, respetarla, y saber que no es nuestra, sino que es obra de Dios y debe servir para muchas generaciones. Nuestra misión es contribuir a dicha obra cuidándola, protegiéndola y mejorándola para futuras generaciones. Ello supone un acto de renuncia personal y de generosidad, de entrega a los demás, en el fondo un acto de amor. Con este gesto estaremos cumpliendo el primero de los mandamientos que Dios nos dio. En segundo lugar veamos al prójimo como “creatura” de Dios, como manifestación del amor de Dios, e intentemos ver en ella a su creador. Es difícil en muchas ocasiones, por no decir imposible, y nos cuesta, pero si realmente creemos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, debemos ver a Dios en el prójimo. Eso es lo que nos diferencia como cristianos. Si obedecemos este primer mandamiento estaremos amando a Jesús, y Él le pedirá al Padre un Espíritu de verdad que nos acompañe siempre. Nunca estaremos solos y seremos verdaderos Caballeros Templarios.
Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes. ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Jesús es claro. No hace falta romperse la cabeza. El que acepta sus mandamientos y los guarda le ama, y el que le ama será amado por el Padre. Así de sencillo.
Me hace reflexionar si realmente cumplo los mandamientos y enseñanzas de Jesús, y sobre todo si lo estoy amando y queriendo de verdad. No sirve el seguimiento o el ser adepto por miedos, obligaciones, o costumbres. Solo sirve el verdadero convencimiento, el auténtico, el sincero. Siento que cumplir sus mandamientos, ponerlos en práctica en mi vida y por lo tanto, seguir a Jesús de verdad, me hace sentirme pleno, contento y me realiza como persona. Veo la vida de otra manera.
Padre gracias por tus enseñanzas, por tus mandamientos. Nos enseñan una forma de vida que obliga, que cuesta, que supone renuncia temporal, pero que al fin y a la postre gratifican y dan sentido a la vida. Cuando nos miramos al ombligo como humanos, nos cuesta aceptarlos y cumplirlos, pero cuando levantamos los ojos, como verdaderos hijos tuyos, hijos de la luz, y miramos a largo plazo, a la eternidad de nuestras almas, descubrimos la verdadera luz y el verdadero sentido de nuestra vida.
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Versión en Latín:
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente: