ATO, 6 de Abril de 2020
6 abril, 2020ATO, 20 de Abril de 2020
22 abril, 2020
Asamblea Templaria de Oración
Del lunes 13 de Abril al domingo 19 de Abril de 2020.
Anno Templi 902
SEMANA DE PASCUA
Quinta semana de confinamiento en nuestras casas. Como los discípulos, tras la muerte de Cristo, permanecemos en nuestras casas con las puertas cerradas por miedo a la pandemia pero esperanzados. Si ahondamos en nosotros mismos, sentiremos la presencia de Jesús a nuestro lado y escucharemos sus palabras “La paz esté con vosotros”. Seguidamente notaremos “Su Paz” y la exhalación de su aliento, sintiendo la fuerza para seguir adelante, sobreponernos al miedo, la desesperación o la angustia, la incertidumbre, y daremos gracias a Dios por todo lo que nos ha dado. Partiendo de esta nueva situación debemos ser testimonio de alegría, optimismo, y esperanza. Esto pasará y nuestro testimonio entre nuestros seres queridos, o nuestro entorno más cercano, debe dejar huella. Un nuevo tiempo empieza ya. Habremos tenido una experiencia de Cristo, Jesús, en nosotros. Tendremos una nueva vida por su Nombre. No seamos como Tomás, o nos dejemos derrotar por otros muchos como Tomás, que no creen si no ven. Hagamos que lo vean. Nuestro mundo y nuestro entorno necesitan una nueva dirección, un nuevo enfoque de la vida. Al igual que la Orden del Temple fue un referente religioso, espiritual, económico, cultural, social etc… en su tiempo, tenemos la obligación de ser un referente en esta nueva etapa que comienza.
TEXTOS DE LA SEMANA
Domingo II de Pascua
Juan 20, 19-31
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: ¡La paz esté con ustedes!. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: ¡La paz esté con ustedes!. Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: Hemos visto al Señor. Pero él contestó: Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré. Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: La paz esté con ustedes. Después dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree. Tomás exclamó: Tú eres mi Señor y mi Dios. Jesús replicó: Crees porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero creen!. Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y tendrán vida por su Nombre.
LECTURA
¿Qué dice el texto?
Este evangelio va dirigido a las generaciones posteriores a Jesús, los que no lo vieron, como nosotros, con la finalidad de que creamos en Él, sin haber visto.
Como Caballeros Templarios, sintámonos destinatarios de esta exhortación de Juan, “Dichosos los que creen sin haber visto”, y no pidamos más gestos ni busquemos más excusas para creer firmemente en Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios y ponernos en marcha en la implantación del Reino de Dios.
MEDITACIÓN
¿Qué dice de mí y qué me dice este texto?
La primera comunidad cristiana siente miedo. Se encuentra abandonada, incrédula, decepcionada con los acontecimientos, seguramente con muchas dudas sobre Jesús, sobre el Mesías. Estaban a punto de jugarse la vida por algo en lo que dudaban.
Como hoy en día, la comunidad cristiana, la iglesia en general está en crisis. El evangelio nos invita a descubrir a Jesús, a tener un encuentro personal con Él y creer sin haber visto. Jesús se entrega nuevamente a nosotros; aquí tienes mis manos y mi costado, tómalos. Sólo la mirada de la Fe nos hará descubrirle.
ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios este texto?
Padre, te pedimos por todos aquellos enfermos que sufren en soledad la cruda violencia de esta pandemia, por todos aquellos fallecidos y sus familias, para que superen la enfermedad, encuentre el consuelo, y el aliento de Jesús les dé una nueva vida en su nombre. Que no seamos insensibles a su sufrimiento reduciendo todo a números y estadísticas, sino que sepamos estar junto a ellos físicamente y en la oración.
Padre, te pido que al igual que Tú te entregaste a nosotros como Don, te hagas presente en mí con tu Espíritu, y me des fuerzas y valor para que me convierta en don de amor y entrega a los demás. Que mi vida sea una imitación de la tuya.
CONTEMPLACIÓN
(Permaneced en mi amor, Jn 15,9)
Acepta la mirada del Dios que te ama. Acepta tus nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. No es momento de preguntas sino de permanecer en calma ante Dios, de sentir ser mirados, y quedar abrazados a la Palabra que nos salva.
ACCIÓN
La Luz del Espíritu y la fortaleza de la Palabra nos enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús.
Dios Padre te necesita, cuenta contigo, te pide acciones concretas cada día para transformar la humanidad con su Palabra. Proponte cada día una acción concreta que vaya cambiando tu ser.
FORMULA ORACIONAL
de la ASAMBLEA TEMPLARIA DE ORACIÓN
1- Posición y relajación del cuerpo, en pie, sentados o arrodillados cada uno asumiendo la postura que favorezca más su concentración. Lo importante, independientemente de la posición que se adopte, es colocarnos con la actitud de un ser ante su Creador y Padre, rodeados y acogidos por su fortaleza y ternura y transportados al tiempo eterno.
2- Cerrar los ojos. Calmar toda emoción. Silenciar toda actividad mental discursiva e imaginativa. Alcanzar el máximo de intensidad para, como sugiere el Papa Francisco sentir que “La oración no es magia, sino un confiarse en el abrazo del Padre. Tú debes orar a quien te engendró, al que te dio la vida a ti concretamente”.
3- Desde esa actitud, sintiendo como dice Francisco que “tenemos un Padre cercanísimo que nos abraza”, recitamos el Padrenuestro de forma sentida:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, porque nosotros ya hemos perdonado a quienes nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Versión en Latín:
Pater Noster, qui es in coelis, sanctificétur nomen tuum.
Adveniat Regnum tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra, sicut et nos dimitímus debitóribus nostris.
Et ne nos indúcas in tentationem, sed libera nos a malo.
Quia Tuum Regnum, et Potestas et Gloria, Pater, Filius et Spiritus Sanctus, nunc et semper et in saecula.
Amen
4- A continuación, siguiendo la indicación de nuestro padre San Bernardo que dice que “ésta es la voluntad de Dios: quiere que todo lo tengamos por María”, rezaremos el Ave María.
5- Continuamos centrando la atención dentro de nosotros mismos, en el corazón, tratando de sentir la presencia del Espíritu de Dios en él. Y así, siguiendo el ritmo de la respiración, según el método de Oración Hesicasta decimos interiormente:
"Señor", (alargando la pronunciación al tiempo de la inspiración; al expirar, en profunda meditación decimos): " ten piedad "....
"Señor (inspiración), ten piedad (expiración), o bien: " " Señor Jesucristo (inspiración) ten piedad (expiración).